jueves, 10 de enero de 2008

Te quiero

Te quiero con la necesidad de pedirte todo
y saber que no puedo exigirte nada.

Te quiero al comienzo de cada día
con la ilusión de empezar a quererte mañana.

Te quiero sin saber cuánto
porque cada día surge algo nuevo
que supera la medida

de mi anterior cariño.

Te quiero desde donde nace el cariño
justo en la esencia infinita
donde resplandece todo lo querido.

Te quiero tanto,
tanto, tanto,
que apenas me cabe en el corazón
tanto cariño.

La partida

Te irás y no sé cómo decirlo…

un vendaval de imágenes
sacudirán mi corazón roto,
una agónica negativa
mordida por el silencio herido,
una culpabilidad a mansalva
desgarrando mi alma
y arrojándome al vacío
de la soledad que es tormenta
y calvario sostenido.

Te irás y no sé cómo decirlo…

maldeciré el día y la hora
en que puse a prueba
la anchura de tu amor enamorado
y golpearé mi ser

una y mil veces
contra el muro
del abandono y la ceguera.

Lloraré, lo sé

y será tarde…

y a lo lejos se oirá

la lluvia cayendo triste
sobre el piano
que ahoga

los puentes de Madison...

Quisiera

Quisiera estar en la cabellera cristalina
que te abraza siempre
o en la sonrisa virgen
que inunda tu boca y la desborda.
Quisiera esconderme
en las manos transparentes del viento
para jugar con tu pelo y tu ropa.
Quisiera escabullirme
en los sonidos encendidos del sol
y tocarte hecho luz
siempre, siempre, siempre.

¡Oh mujer nueva
de la tierra silvestre
no hay campo baldío contigo!
Eres el cielo enarbolado
en el vuelo de una mariposa.
Eres como el júbilo
de las hojas otoñales
que movidas por la pasión del viento
estallan desordenadamente
en la calle en que nos conocimos.

Quisiera gritar : ¡te amo!
y ahogarme con el sonido

oceánico de tu nombre
en mis labios extendido.

Tu reino

Como en la noche azul
tu vida se acurrucó en mí,
cual lucero se duerme
en la falda del día
y tu mirada de rayo verde
se clavó sobre mis campos
florecidos de tanto esperarte.

Pusiste agua a mis grietas
mariposa estrellada,
viento a mis alas,
silencio de otoño.
Flores a mi huella,
invierno cristalino
a la noche de mi alma.

¡ No conozco más allá de tus ojos
no veo más allá de tus carnes !

Me embarqué en tus aguas
y me hice al naufragio de tu deseo.

Partí en mi bote pequeño
al horizonte de tu cintura,
a la marea de tus besos,
al archipiélago de tus arrebatos.


A buscarte:
tan solo y tan callado.
A encontrarte,
en un reino:
tan lleno y tan tuyo.

La espera

Esperarte es una hora sombría,
pálida y triste
como el beso que no te di,
porque el apuro o la ira
nublaron mi despedida.

Esperarte
es una herida que no cicatriza
que se abre y se cierra
sobre el río de mis ojos
y la desesperación de mis manos.

Esperarte sin saber ni cómo
ni cuándo,
es esperar en la sombra
del olvido que florece
en el jardín abierto
a todo lo querido.

Esperarte es morir de a poco

inundado sin piedad
por los raudales del delirio.