jueves, 23 de octubre de 2008

Antes de ti

Quién era yo, oh amor mío
antes que me encontraras tú,
sino un simple aprendiz de explorador
en una selva de palabras sin sentido?

Un eterno apostador
en la ruleta de la vida,
ganador vitalicio
del premio del olvido…

Quién era yo, oh dulce amor mío
antes que me conocierás tú?

¡Nadie!
que duda cabe…

¡Nadie!

Porque me miras y ¡soy!


Que duda cabe
oh, dulce amor mío...

La advertencia

Amada mía,
quiero pedirte un favor…

avísale a tu cuerpo,
pero hazte la desentendida,
que voy decidido tras él
con mi barco de besos
dispuesto a navegar
en el mar embravecido
de tus sensaciones
dispuesto a atracar
en tu corazón
y erizarte los sentidos.

Avísale,
ten piedad…

y espérame en silencio
que cuando me acerque
te sorprenda desentendida
y me cueste una vida entera
demostrarte cuánto de amo
navegando empecinado
una y mil veces
en las olas de tu delirio
desordenando para siempre,
te lo advierto,
el orden de lo que eres
y que sin mí
aún no has sido…

lunes, 20 de octubre de 2008

Huayún

Huayún es la parte del continente
donde la mañana me golpea a mansalva
cuando despierto abrazado a tu aroma
y hay entre sus enmarañados sortilegios
un aire de espesa fragancia
que no descansa
si no sobre tu boca
cuando la muerde.

A Huayún se llega caminando
mil kilómetros al sur la mirada
de un Puerto Montt
agitado y tumultuoso
como un exiliado paisaje
de aromático refugio.

Huayún duerme al borde de la Vía Láctea
entre las constelaciones que de tu boca
en forma de besos
sobre mi cuerpo se precipitan
y hay en su arrecife
un aroma a ventisquero
y luna llena.

Huayún es un Edén que brilla
con la eléctrica simpleza
y el cariñoso resplandor de su gente.
Es una casa pequeña
donde el océano descansa
con un corazón inmenso
que palpita en sus orillas.

Huayún es una cena que se regala
sobre el altar
de los humildes bienaventurados.

Huayún es donde te amé
con mar y tempestades
de desordenadas geografías.

La certeza

No hay más certeza en mi vida
que cuando un te amo
se rompe como ola
en los arrecifes de tu boca
y un: ¡yo también!
en forma de beso estalla
como un pitazo marino
de agitados aromas
desde tu mirada y la enciende.

No hay más certeza en tu vida
que cuando nuestros cuerpos ovillados
hacen una misma sombra
a esa hora en que el ocaso arde
sobre el horizonte y lo quema
o cuando el amanecer se abre
como una flor temerosa
en la cintura de Los Andes
dormidos de tanta belleza.

No hay más certeza en mi vida
que tu silencio de luna
después que el amor
empinado en nuestros cuerpos
ha conquistado su altura
o cuando tu piel sometida
al repique de mi cuerpo
como una campana
de rítmicas profundidades
se deja arrastrar
como una ola
hasta la orilla del delirio.

No hay más certeza en tu vida
que cuando mi aliento agitadose pierde
en el bosque de tu cabellera,
y cuando luego
anclado a ti
me disperso indefenso
hacia extasiadas constelaciones
y muero luego,
apegado a tu sercomo una enredadera
que florecerá en tu boca.

No hay más certeza en mi vida
que la dulzura de tus besos
cayéndome como cascadas
cuando el aire se arrebata
con un aroma a frutas frescas
o cuando escucho tu nombre
atrapado entre mis labios
mientras el agua del día
cae y cae
en la fuente
de tu risa
llenándome
la vida de certezas.

El maramar

EL mar es una ciudad enterrada
boca abajo
doblado por la húmeda
substancia que lo contiene.

El mar se recoge y estira
sobre la superficie de tus ojos
cuando te miro y me pierdo
en la profundidad de tu amor
sin recordar mi nombre,
sino sólo que te pertenezco.

El mar
es mi corazón desbocado que grita
¡Te amo!
en la roca cuando
revienta una y otra vez
su corazón obstinado...

“¡Con toda el alma,
con toda el alma!”
se vuelve a escuchar
sobre la persistencia de la roca,

y sólo a lo lejos
en medio de su tranquila intranquilidad
mientras se mece y se repone
se le oye susurrarte de nuevo:

“por siempre,
por siempre..."