miércoles, 27 de febrero de 2008

Los árboles

Mirad los árboles
miradlos bien,
porque ellos son el amor
hecho raíz y madreselva:
nacen de lo sencillo
y se multiplican en lo simple.
Sus hojas son
toda la razón del viento
cuando lo besan con pasión.

Ningún árbol ha dicho:
“crezco para darme sombra
o son sólo para mí
los frutos y la fragancia”.

Mirad los árboles
miradlos bien,
no hallareis ninguno muerto,
porque su corazón subterráneo
marca el pulso
de la vida que no descansa.


Ningún árbol ha pensado:
“limpiaré el viento
para que no me talen la esperanza
o llenaré de raíces la tierra
para tenerla siempre doblegada”.

Los árboles son
la estructura del amor que se empina
y es su consistencia
la templanza del abrazo
que une para siempre
el cielo y la estrella enamorados.

Mirad los árboles
miradlos bien,
sin duda,
que por sus frutos
los reconoceréis...

Carpe diem

Mira este verso como anida
en el brillo de tu mirada,
tal vez,
sólo tal vez,
sientas el cielo
entre sus sílabas deshojado.

El tiempo es un sinvergüenza
que entra sin permiso
marchitando todo lo que palpita
y volviendo gélidas
hasta las más ardientes hogueras.

Por eso ahora,
ahora que he venido,
muerde estas letras
con tus labios encendidos,
que el tiempo
con su andar se lanza
y el pasado
es el huésped indeseable
que le ves colgar a los retratos,
de los amores que no han sido.

¡Oh días,
segundos rotos,
épocas a pretérito abierto
sangrando por ti!

No seré tuyo
a más de estos besos
y mía no serás
más allá del abrazo
que con estas palabras
te doy.

Quién?

Quién dispara a mansalva
cuando tus pupilas dilatadas
se desgastan sobre mis besos?


Quién despierta el volcán dormido
desde antes del comienzo,
a la orilla imprecisa del origen
allí donde las almas van atardeciendo?

Quién es capaz de objetar
un claro de luna en manantial
que desde tu rostro se regala
sobre todo lo encendido?


Quién intuye tu nombre
con aroma a fresias despeinadas
cuando se asoma en la punta
de mi boca mordiéndola?

Quién golpea los metales de tu alma
crepusculares de tanto fuego
que se funden escondidos
en la fragilidad
de tu cuerpo en tempestad?


Quién percibe el sonido
de tus labios agitándose de besos
cuando estallan en los míos
estremeciendo la complicidad
de la noche que se avecina?

Quién, quién?

Quién no escuchó tu piel
que en bandada de pasiones
dejó abierta la ventana de tus manos
para establecer en mi cuerpo
todo su poderío?

Quién, quién?

Déjame ser

Déjame ser
el incansable torbellino
o el río del te amo desatado
y deja que me aleje
de la senda de lo permitido.

Déjame ser polvo y nada:
pienso tu cintura,
tus ojos en la altura del silencio
que me disparan a mansalva
cuando de ti me alejo.

Veo tus gestos que se escapan
estampados en un óleo invisible
cuando la corriente del amor
los arrastra.

Quién,
quién dijo cielo?
Quién,
quién gritó infierno?

Amada,
amada siempre,
Querida,
querida desde siempre.
Navego sin rumbo como un otoño
amarillo y desgastado
entre las hojas perdidas

de tu deseo desenfrenado.

Por eso,
cógeme entre tus brazos
de guirnalda y hoguera,
y márcame en la piel
tu amor
como un río salvaje
de besos en delirio.

Playaluna

Amanece bajo las flores encendidas
que tiritan ruborizadas en playaluna.

Abierto como un jardín a las saetas
fulgurantes y coloridas de Septiembre
mi pecho y tu boca rompen el murmullo
de las olas extendidas sobre sus sueños.

La complicidad se desgrana
como un otoño desordenado y travieso
entre la marea y la espuma
de la noche que le cuelga a la luna
enloquecida de resplandor y silencio.

Tus manos agitadas surcan la arena
que quema mi fuego inclinado
y haciéndote horizonte
me arranco desde tu pelo
en un suspiro constelado.

Amanece en azulbeso
y la luz generosa
por los confines de la brisa
se dispersa
eléctrica y tiernamente
por playaluna enamorada.

Un sonido de campanas ondulares
se levanta por detrás de tu mirada
mientras tu sombra y mi nombre
se llenan de sonidos
allí,
donde el corcel del amor
galopa
por nuestra sangre desbocado.