Me acuerdo perfectamente… parecía estar viviendo uno de esos guiones de películas románticas que te arrancan suspiros embetunados de sollozos. Estabas sentada como ocho puestos lejos de mí hacia la derecha en un concurso regional de cueca…
Se produjo una pausa en la competencia y movido por no sé qué impulso me incliné hacia delante en mi silla, miré hacia tu lado, sin imaginar que tú habías hecho el mismo movimiento, pero hacia tu izquierda… Nos quedamos unos segundos, tal vez desconcertados, abrazados por esa unión invisible de los corazones que se hablan a través de los ojos. Luego sonreímos y volvimos a apoyarnos en el respaldo de nuestras sillas, extrañamente maravillados. Después de un buen rato se produjo una gran pausa, como una fisura que rasgó el tiempo y las circunstancias y que nos arrojó bis a bis en bambalinas:
-¡Hola! -te dije- ¡Hola! -me dijiste- como distraída y desinteresada… ¿No te hará mal fumar dos cigarros a la vez? ¡¡No!! -te apuraste a decir sonriendo- el otro es de una amiga que salió recién, pero vuelve enseguida… Y -agregaste mirándome a los ojos-. ¿Quieres? No sé -te dije- y agregué con segunda intención… ¿No se enojará tu pareja? Soltaste una carcajada que llenó el espacio y a las personas que compartían el lugar. “No es mi pareja, somos sólo amigos”. ¡¿Aaah?...!Tomé el cigarro que me ofreciste y con cierta inquietante tranquilidad exhalé una gran bocanada, pensando para mí: “Definitivamente son poderosas y extrañas las fuerzas del amor que atraviesan el tiempo y las circunstancias…”
Se produjo una pausa en la competencia y movido por no sé qué impulso me incliné hacia delante en mi silla, miré hacia tu lado, sin imaginar que tú habías hecho el mismo movimiento, pero hacia tu izquierda… Nos quedamos unos segundos, tal vez desconcertados, abrazados por esa unión invisible de los corazones que se hablan a través de los ojos. Luego sonreímos y volvimos a apoyarnos en el respaldo de nuestras sillas, extrañamente maravillados. Después de un buen rato se produjo una gran pausa, como una fisura que rasgó el tiempo y las circunstancias y que nos arrojó bis a bis en bambalinas:
-¡Hola! -te dije- ¡Hola! -me dijiste- como distraída y desinteresada… ¿No te hará mal fumar dos cigarros a la vez? ¡¡No!! -te apuraste a decir sonriendo- el otro es de una amiga que salió recién, pero vuelve enseguida… Y -agregaste mirándome a los ojos-. ¿Quieres? No sé -te dije- y agregué con segunda intención… ¿No se enojará tu pareja? Soltaste una carcajada que llenó el espacio y a las personas que compartían el lugar. “No es mi pareja, somos sólo amigos”. ¡¿Aaah?...!Tomé el cigarro que me ofreciste y con cierta inquietante tranquilidad exhalé una gran bocanada, pensando para mí: “Definitivamente son poderosas y extrañas las fuerzas del amor que atraviesan el tiempo y las circunstancias…”