lunes, 1 de septiembre de 2008

No te imaginas

Cuántas veces
arrojado en el océano
de tus besos
no me sentí morir
envuelto por una tempestad
de sensaciones
que se agitaban en mi alma y la encendían?

Cuántas veces
sumergido en las rosas
empinadas de tu cuerpo
no me sentí delirar
ahogado por la torrente
sensualidad que te posee
y que devasta mi boca
y mis manos precipitadas?

Cuántas veces
atrapado en el cielo
de tus ojos
no me sentí desfallecer
abrasado por un volcán
de delirios y complicidades
que elevaban mi corazón
y lo rompían como una ola?

Cuántas veces
hundido en el huracán
de tu rabia
o en los arrecifes de tu desdén
no me sentí naufragar
en medio de la nada
y con rumbo a ninguna parte?

Cuántas veces
golpeado indiscriminadamente
por los arrebatos de tu carácter
y la actitud ensimismada de tu ser
no sentí que mi amor
era el más quijotesco
de todos los amores quijotizados?

En la cresta de la ola

¿Qué paisajes adornan tu mirada
cuando me miras buscando al hombre
que te ama como un mar desbocado,
que cruzó el tiempo
y esa tierra que se quemaba
sobre el horizonte del día?

Porque te veo
y tus ojos me llevan por el aire
al encuentro de tu boca

una y otra y otra vez,
hasta ese momento dichoso
cuando la guitarra entonaba su canto
y un baile apasionado
nos llenaba el corazón de regalos…

Eres el principio
y el final de mis besos
y desde ti voy

y a hacia ti vuelvo
una y otra vez
con insistencia,
como las olas
que acarician la playa,
yo no tengo otro destino
que tu corazón anclado a mis ojos
mirando el infinito

y me extiendo sobre ti:
manantial donde el amor

se alimenta de sí mismo.