viernes, 28 de diciembre de 2007

El precipicio

De pie frente a ti
perplejamente sumergido
en el delirio
que el mirarte me provoca.

De pie frente a ti
arrastrado como una ola
en la marea de tu cuerpo
que golpea y golpea
con invisible insistencia
mi boca hasta romperla
de besos que estallan

y se extienden
con violenta suavidad
sobre la arena de tu deseo.

De pie frente a ti
extraviado en el desorden
de tu cabellera disparatada
que como fuegos de artificio
le caen a tus hombros desnudos
llenándolos de cometas
y constelaciones rizadas.

De pie frente a ti
entonces
inundado sólo
por el lenguaje perturbador
del beso y la caricia,
mientras el aire golpea el silencio
que rodea los límites territoriales
de mi palabra,

de pie frente a ti,
me arrojo al precipicio de tu ser
envuelto en llamas crepusculares.

Obstinado deseo

Siempre deseo
navegar tu cuerpo
con mi barco de besos
empujado sólo
por la marea de mis manos.

Siempre deseo
recorrer tu impactante geografía
con mi sed de animal salvaje
llevado por el instinto
que agita tu delirio indómito
como un caballo desbocado.

Siempre deseo
derribar tu cintura
con la fuerza de mi brazo
y anclar mi cuerpo al tuyo
como una embarcación portentosa
en un frágil puerto que lo abraza.

Siempre deseo
viajar por tu piel
cerrando tras de mi
la puerta del tiempo que nos contiene
y envuelto por el fuego de tu aliento
hacer que te pierdas
en la inmensidad crepuscular
de tu esencia femenina.